- Autor: Yhon León-Chinchilla – yhonchinchilla@lliuyawar.org
Durante los febreros lluviosos y las extensas parcelas de papa florecían coloridas en Tukuśhpampa (Cocharcas, Sapallanga), ciertamente el kulli wayta (flor morada) era la flor más preponderante. En estos territorios, la mañana recibía a los comuneros quienes habían sido convocados para re-cultivar la tierra, para celebrar el segundo aporque, para trabajar, para bailar y para guapear en el Akśhu Tatay. También había llegado los músicos de la orquesta típica quienes afinaban sus clarinetes y saxofones mientras los comuneros mishkipaban y alistaban sus fuerzas con coca, caña y cigarro al mismo momento que escuchaban las indicaciones del presidente:
—A cada sector le tocará trabajar siete surcos, y del mismo modo cada uno debe tener cinco picadores. ¡Va a faltar chacra, somos suficientes! —sentenció.
Cada uno de los cuatros sector se agrupó tal y como lo indicó el presidente, así, el re-cultivo comenzó al son de un peculiar waylaśh agrícola; cinco comuneros, entre varones y mujeres, tenían la función de picar o remover la tierra y detrás de ellos otros cinco levantaban la tierra y cubrían los tallos de la papa. El trabajo se tornaba muy festivo, al punto que en algunos breves momentos los comuneros y comuneras se ponían a bailar y guapear en medio de la chacra. Así continuaron hasta terminar el trabajo al medio día, después se abrió el tiempo para el jolgorio en las pampas.
Efectivamente, el “Akshu Tatay” es una fiesta de trabajo agrícola, se refiere al segundo aporque o re-cultivo de la papa durante el mes lluvioso de febrero, cuando las hojas de la papa están frondosas y empiezan a florecer. Este rito agrícola-festivo, convoca a los familiares y amigos y se practica masivamente en las comunidades del sur del Valle del Mantaro, fundamentalmente en los distritos de Pucará y Sapallanga. Este rito es importante por su eficacia en la economía doméstica, asegura la producción para el autoabastecimiento ya que convoca a la colectividad a través del “uyay”. El aspecto de la reproducción está ligado al anterior, tras la convocatoria comunal y colectiva se refuerzan los lazos de parentesco y también se generan nuevos lazos.
Luego del trabajo agrícola, se inicia un momento erótico donde los jóvenes, varones y mujeres, se cortejan a través de juegos bruscos. Tras terminar el trabajo, las mujeres ponen las flores en los sombreros de los varones y viceversa, también se ponen talcos en la cara, enredan sus cuellos con serpentina y convidan cerveza. Luego de ellos empieza el descontrol y el jolgorio masivo. Los varones o mujeres aprovechan los estanques que formó la lluvia o las acequias para jugar y chapucearse, también se persiguen con ortiga como una forma de cortejo. Este episodio es simbolizado en dos momentos de la performance de la danza del waylaśh (moderno y antiguo): al inicio de carnaval y al intermedio en el contrapunto de parejas. En 2018, cuando visitamos las Ruedas de Pucará, los comuneros recordaron otro rito antiguo, el “takanakuy”, que ocurría justamente después del trabajo agrícola, donde dos varones se enfrentaban a puño limpio para obtener como trofeo a una mujer.
En la actualidad, muchas formas de reciprocidad y apoyo mutuo se mantienen vigentes para resolver problemas concretos de la producción y la reproducción. El “hoy por ti y mañana por mí”, tiene diversos nombres a lo largo y ancho de la cordillera de los andes: “ayni” (zona sur), “uyay” (zona centro) o “waje” (zona norte); estos sistemas y/o redes de ayuda mutua son aún más efectiva entre los miembros de una misma red de parentesco; es decir entre, amigos, compadres y familiares en general.